Por Richard Heinberg, originlmente publicado en Post Carbon Institute | Jun 18, 2015

Esto podría ser grande.
Impulsos religiosos y éticos son poderosos formadores de la conducta humana. Por eso, aquí en los EE.UU., los líderes corporativos de antaño encontraron maneras de utilizar la religión para promover la noción de que la desigualdad económica extrema está perfectamente bien con el Todopoderoso y que las regulaciones gubernamentales son obra del diablo.

Hoy nos enfrentamos a la madre de todas las crisis ambientales (también conocida como el cambio climático), “crisis” para la cual los mercados y los gobiernos a favor del crecimiento no pueden proporcionar ninguna respuesta adecuada. Mientras tanto, la rápida expansión económica que caracterizó el final del siglo 20 está terminando y los ganadores de esa lotería, alimentada por los combustibles fósiles, tienen la intención de mantener y fortalecer su control sobre la riqueza que se va erosionando del mundo. Si la humanidad debe alterar su curso hacia la sostenibilidad ambiental y social, sólo un cambio profundo, de actitud penetrante, puede inspirar a los tipos de sacrificio compartido y el esfuerzo colectivo que se necesitarán.
Es en este momento crucial, en el que aparece un nuevo papa en la escena, instando exactamente ese tipo de cambio en el corazón. La encíclica papal publicada hoy (escrito en su totalidad por el Papa Francisco), de 190 páginas, hace un llamado urgente a la acción sobre dos cuestiones: el cambio climático y la desigualdad económica y enmarca los dos temas en términos éticos, espirituales y religiosos.

Con toda probabilidad esto no hará felices a los políticos conservadores y los líderes empresariales, pero sería absurdo de su parte intentar desacreditar al mensajero. Eso es porque el Papa Francis ha alcanzado el estatus de estrella de rock; él incluso apareció en la portada de la revista Rolling Stone. El “efecto Francisco” está trayendo jóvenes católicos de nuevo a las vocaciones de la iglesia y Raúl Castro está enamorado del “pontífice de la gente”. El líder comunista dice que va al menos considerar ir a la iglesia. Después de décadas de denuncias y casos judiciales sobre sacerdotes abusando de los niños, los católicos tienen ahora una figura cuyo número de encuestas positivas superan a los de cualquier predecesor, desde que comenzaron este tipo de indagaciones

Y él es un ecologista populista. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Argentina, eligió el nombre papal Francis en solidaridad con el santo más ecológico del catolicismo. Francisco de Asís había adoptado un estilo de vida de pobreza voluntaria y predicó el deber de la humanidad para proteger y disfrutar de la naturaleza; Papa Francisco está siguiendo los mismos pasos.

Una acción real sobre las cuestiones del cambio climático y la desigualdad económica,  requerirá un trabajo duro y sostenido. A medida que avance esta tarea, los sectores de la población del mundo -de clase alta- verán erosionar considerablemente su nivel de vida. Por delante se encontrará resistencia y conflicto, eso no hace falta decirlo. Pero ahora que la figura religiosa más emblemática y popular del mundo ha intervenido, a favor de los más relegados, la pelea podría ponerse interesante.

Versión original http://www.resilience.org/stories/2015-06-18/pope-francis-rides-an-encyclical